La casa de campo
Era un encuentro especial, habíamos alquilado una bonita casa rural, apartada del mundanal ruido y de cualquier atisbo de civilización. Era nuestro segundo encuentro pero aun así, los nervios nos hervían por la piel.
La casa era preciosa, pequeña pero con lo necesario para que fuera un encuentro inolvidable, la chimenea ya estaba encendida, todo un detalle del señor que nos acogió.
Entramos y nos fundimos en un cálido abrazo acorde con el ambiente de la sala, sus labios rozaron los mios y me sentí en casa. Me tomo de una mano y me dijo -Ven mi sumisa, tengo una sorpresa para ti- le seguí a ciegas con el alma, sabiendo que todas sus sorpresas me volvían loca.
Entramos en la habitación y el olor a madera y jazmín envolvía el momento, decenas de velas alumbraban la habitación y sobre la cama una sabana de latex y cuatro agarres cubrían el dosel, ya iba vislumbrando la sorpresa. Se sentó en la cama, puso a Prince en el reproductor de música -Putita mía, desnudate sexy para tu Amo- Me ordeno ante mi nerviosismo y excitación.
Así lo hice, despacio moviendo mi cuerpo al ritmo de purple rain, acariciándome, desabrochando lentamente mi camisa, dejándola descender por mis hombros y de espaldas ir descubriendo las misma ante el, di dos pasos atrás y me acerque para que me ayudara con la cremallera de mi falda de tubo negra. Comienzo a bajarla rozando mis caderas y al pasar por mis nalgas, me inclino hacia delante dejando una buena vista para mi Amo dejando mi culotte a su alcance, lo que hace que pase un dedo por el borde de el rozando mi culito. Me contoneo levemente al ritmo de la música y vuelvo a girarme, desabrochando mi sujetador, con mis manos cubro mi pecho, me giro y acabo quitándolo de cara a mi dueño, dejando mis senos al aire con mis pezones pícaros y duros para el, sitúo mis pulgares dentro de mi culotte y sin dejar de sentir la melodía bailo con el y lo deslizo por mi piel, hasta mis tobillos y me quedo así, con mis medias negras y los tacones, como se que a el le erotiza verme.
Estira su mano hacia mi, me acerca en medio de sus piernas, separa las mías con suavidad pero firmemente y pasa su mano por mi rajita ya mojada nada mas verle, llevando sus dedos mojados a su boca, lamiéndolos y tomándome del pelo para que yo me saboree de su boca. Cada vez me tiene mas caliente mi Dueño y esto solo acaba de comenzar.
Me tumba sobre la cama -En cruz y con las piernas abiertas mi pantera- obedezco sin rechistar y cada vez mas zorra lo miro a los ojos, se que es una osadía de una sumisa, pero no puedo dejar de lado mi instinto felino. Toma los agarres y me esposa a cada esquina, inmovilizándome por completo y haciéndome sentir usada a su antojo, se acerca a mi cabeza y cubre mis ojos con un pañuelo negro.
Mi respiración cada instante esta mas acelerada y me enloquece pensar que va a hacer lo que le plazca con esta puta, su puta.
Se acerca, lo siento, lo huelo… moviendo mi cabeza como buscándolo, pasa su mano por mis muslos y mis nalgas se levantan de golpe con solo el roce de el, cada vez mas mojada, degusto cada caricia entregada por mi Amo, sus dedos dan golpecitos sobre mis pezones que se ponen atrevidos mas duros cada vez, siento su lengua mojándolos y mi respiración enloquece, mi corazón se acelera y sus dedos tocan mi clítoris hinchado y duros -¿te gusta puta?- me dice con un susurro, con voz entrecortada -si Mi Amo me gusta- casi no puedo ni modular mi voz ante su uso.
Sus dedos comienzan a navegas en mi interior, rozando las paredes mojadas de mi coño, no puedo contener mis gemidos esos que se que tanto le excitan y al hacerlo, presiona con fuerza mi pezón derecho, un grito desgarra mi garganta entrecortada, mezcla de dolor y placer, introduce mas los dedos con fuerza haciendo un gancho con ellos y volviéndome loca, se acerca y a mi oído -!Quiero un orgasmo ya puta!- sus palabras revolucionan mi cuerpo, mi coño contrae sus dedos agarrándolos y seguidamente mi esencia se desparrama por su mano, temblado y retorciéndome por la cama, llenando la habitación de gemidos enloquezco dándole su orgasmo, uno de tantos que he de darle pues son todos suyos.
Me destapa los ojos, la luz de las velas molesta en mis pupilas, el dulcemente cubre la luz con sus manos, las pasa por mi cara atrapándola y me besa en los labios, desplegando una enorme sonrisa -muy bien, buena putita- devuelvo la sonrisa -Vivo para hacerle feliz mi Amo- le respondo aun temblando.
Me destapa los ojos, la luz de las velas molesta en mis pupilas, el dulcemente cubre la luz con sus manos, las pasa por mi cara atrapándola y me besa en los labios, desplegando una enorme sonrisa -muy bien, buena putita- devuelvo la sonrisa -Vivo para hacerle feliz mi Amo- le respondo aun temblando.
Se separa de la cama y veo que toma una bolsa del otro extremo de la habitación -Hoy voy a realizar una fantasía que lo es por tu culpa- me dice entre risas, dudosa de cual puede ser… pues han habido unas cuantas -¿No se que puede ser mi Amo? Le pregunto con la voz aun temblorosa.
Se acerca de nuevo a mi, coloca un cojín bajo mis riñones alzando mas mi pelvis, toma dos sogas y las pasa por mis rodillas atándolas al cabecero de la cama para abrir completamente mis piernas y me da la sorpresa… vistiéndose unos guantes de cuero negro y portando en su mano derecha un ramo… de ortigas, mi respiración se acelera a un ritmo jamas sentido, mi corazón va a mil, lo miro con los ojos desorbitados mezcla de miedo y placer, jamas había sentido una sensación así, la habíamos compartido en vídeos y fantasía, pero ahora la iba a sentir en mi piel.
Me miro a los ojos, paso la cálida suavidad del cuero por mi cara -voy a hacerte enloquecer mi puta- me dijo excitándome como jamas lo había hecho, paso por mi canalillo la punta del ramo, suave con un leve movimiento casi imperceptible, pero la piel reacciono con ardor al contacto de las ínfimas agujas de las hojas, mi piel ardida, sentía la urticaria y el escozor era brutal, pensé decirle que no estaba preparada que parara, pero la humedad y las plantaciones de mi coño no decía lo mismo.
Se separo, paso su guante por mi pelo -¿estas bien cielo?- pregunto en esa complicidad que da conocerse, -si mi Amo- con una sonrisa medio dolorida le mire a los ojos.
Separo una rama de ortigas, vi que iba a ser mas preciso en las ardorosas caricias, paso sutilmente una hoja por mi pezón derecho, se puso durísimo el dolor era horroroso, comencé a gritar ante tal escozor, acerco su boca a mi pezón y soplo, me estaba volviendo loca era excitación, dolor jamas pensé que podía vivir esto, de esta manera. Me paso el guante por mi sexo, acariciándome el clítoris, me tiendo los dedos encuerados y follándome con fuerza, con los ojos casi en blanco, paso la hoja por el izquierdo, la sensación era brutal, sus dedos en mi coño, mis pezones como piedras doloridas, la piel de mi canalillo escociéndome y mi mente caliente como la de la mas zorra -¿has visto puta? Te uso a mi placer, eres mía- me dijo mirándome con ojos encendidos, eso hizo que me desbordara el placer, saco sus dedos y paso por la parte interna de mis muslos la rama, me quería morir -Duele mi Amo, duele- le dije entre gritos y gemidos, -Tu coño no parece quejarse zorra- autoritariamente me dijo y paso la rama por mi raja abierta, las afiladas agujas de la ortiga rozaron la entrada y el clítoris, ardilla, era puro fuego, dolor insoportable, me retorcía lo poco que podía moverme sobre la cama, mis gritos eran guturales y cada vez mas fuertes.
Saco su polla del pantalón, tomo mi cabeza -Abre la boca puta que voy a callar tus gritos- tomándome por las mejillas, abri boca y metió su duro falo en mi boca, comencé a lamerlo mientras entraba, chupándolo a la salida como se que a el le gusta, pero mis gritos se escapaban de mis labios, así como lágrimas comenzaban a brotar de mis ojos, siguió follándome la boca enloquecido entre arcadas, gritos y gemidos, la saco de mi boca y me fustigo la cara con ella, me faltaba el aire, me arde la mente y el cuerpo.
Agarro de nuevo la rama y me fustigo el coño con ella, era horrorosamente sexual el dolor mezclado con deseo, siguio dandome golpecitos por los pechos, rozándola por mi abdomen, por mis costados, el cuerpo me ardia pero la mente aun mas, cachonda como la mas puta, su puta -Folleme mi Amo… ¡Follame!- Grite encendida, cachonda perdida, deseando que destrozara el coño con su polla.
Volvió a tomar mi cara entre sus manos, -creo que necesitamos algo de frio para tanto calor puta- susurro yendo hacia la nevera, volvió y paso un condón helado por mis labios, lo mire a los ojos -Te voy a follar, pero con lo que a mi me de la gana zorra- su sonrisa maligna no hizo mas que ponerme mas cachonda aun y con un empale preciso hundió el condón de hielo en mi coño ardiente, lo movió con fuerza clavandomelo. Mi cuerpo cubierto de ampollas por la urticaria, mi coño lleno de hielo y una hoja en su mano frotando mi clítoris masturbándome con ella, creía que me iba a desmayar, mi cabeza se nublaba con la mezcla de dolor y placer tan brutal, sacaste el condón de mi coño, metiendo tus dedos cálidos y enloquezco como jamas había hecho, curvas tus dedos y comienzas a acariciar mi punto g mientras con tus dedos acaricias mi clítoris -Dame otro orgasmo y ¡Ya! ¡Puta!- dictatorialmente ardiente me ordenas y yo me deshago, te empapo los guantes con un chorro de placer, me falta el aire… se me pone la mente en blanco… en negro, pierdo la conciencia por unos segundos mientras mi cuerpo da espasmos atada en la cama, espasmos de tremendo placer, de lujuria.
Se acerco a mi cara y con una ternura jamas vista, la rodeo mirándome a los ojos -¿Estas bien cari?- Me pregunta besando mis labios suavemente, -estoy… estoy bien mi Amo- con un hilo de voz entrecortada y algunas lágrimas en mis ojos mezcla de sensaciones. Me desata y me encojo en la cama, con las piernas cerradas temblorosa y intentando recuperar la respiracion, fue a por una botella de vinagre y gasas, para curar mis heridas… la sensación de calma en mi piel, de alivio era maravillosa, mezcla de frescor y de que mi piel volvía a sentirse bien, me levantaste de la cama y me bañaste en la bañera, me secaste y me llevastes al lecho, te desnudaste y te tumbaste a mi lado, llenando de caricias mi cuerpo, besándome con pasión, nuestras piernas se entrelazaron acercándose, note la dureza de tu polla entre mis muslos, la acaricie con mis manos suavemente y roce mi coño húmedo de nuevo, la coloque en la entrada, alce una pierna sobre la tuya y entro minimamente, empujaste con tus nalgas clavandola un poco mas, girándome para dejarme debajo de ti, nuestras miradas clavadas la una en la otra, mientras la metiste del todo, moviendote y acariciando las paredes de mi coño con la dureza de tu falo, te rodeo con mis piernas y besandonos sin poder parar de mirarnos fijamente, acompasamos los movimientos, se sincronizan nuestras respiraciones, caricias, pasión, ternura y deseo bailan la música de nuestros jadeos y nos fundimos en el estallido de nuestros orgasmos, sintiendo tu calor entrando en mi, llenandome toda y mezclandose con mi esencia -Te deseo y eres mía- temblando sobre mi me dices -Eternamente tuya… te adoro mi Amo, mi todo- sonriendo te susurro.
Y así, abrazados y sintiendo nuestras pieles nos dormimos sin separar nuestros sexos… dejando que la magia de la noche nos meza con los sonidos del campo.
Volvió a tomar mi cara entre sus manos, -creo que necesitamos algo de frio para tanto calor puta- susurro yendo hacia la nevera, volvió y paso un condón helado por mis labios, lo mire a los ojos -Te voy a follar, pero con lo que a mi me de la gana zorra- su sonrisa maligna no hizo mas que ponerme mas cachonda aun y con un empale preciso hundió el condón de hielo en mi coño ardiente, lo movió con fuerza clavandomelo. Mi cuerpo cubierto de ampollas por la urticaria, mi coño lleno de hielo y una hoja en su mano frotando mi clítoris masturbándome con ella, creía que me iba a desmayar, mi cabeza se nublaba con la mezcla de dolor y placer tan brutal, sacaste el condón de mi coño, metiendo tus dedos cálidos y enloquezco como jamas había hecho, curvas tus dedos y comienzas a acariciar mi punto g mientras con tus dedos acaricias mi clítoris -Dame otro orgasmo y ¡Ya! ¡Puta!- dictatorialmente ardiente me ordenas y yo me deshago, te empapo los guantes con un chorro de placer, me falta el aire… se me pone la mente en blanco… en negro, pierdo la conciencia por unos segundos mientras mi cuerpo da espasmos atada en la cama, espasmos de tremendo placer, de lujuria.
Se acerco a mi cara y con una ternura jamas vista, la rodeo mirándome a los ojos -¿Estas bien cari?- Me pregunta besando mis labios suavemente, -estoy… estoy bien mi Amo- con un hilo de voz entrecortada y algunas lágrimas en mis ojos mezcla de sensaciones. Me desata y me encojo en la cama, con las piernas cerradas temblorosa y intentando recuperar la respiracion, fue a por una botella de vinagre y gasas, para curar mis heridas… la sensación de calma en mi piel, de alivio era maravillosa, mezcla de frescor y de que mi piel volvía a sentirse bien, me levantaste de la cama y me bañaste en la bañera, me secaste y me llevastes al lecho, te desnudaste y te tumbaste a mi lado, llenando de caricias mi cuerpo, besándome con pasión, nuestras piernas se entrelazaron acercándose, note la dureza de tu polla entre mis muslos, la acaricie con mis manos suavemente y roce mi coño húmedo de nuevo, la coloque en la entrada, alce una pierna sobre la tuya y entro minimamente, empujaste con tus nalgas clavandola un poco mas, girándome para dejarme debajo de ti, nuestras miradas clavadas la una en la otra, mientras la metiste del todo, moviendote y acariciando las paredes de mi coño con la dureza de tu falo, te rodeo con mis piernas y besandonos sin poder parar de mirarnos fijamente, acompasamos los movimientos, se sincronizan nuestras respiraciones, caricias, pasión, ternura y deseo bailan la música de nuestros jadeos y nos fundimos en el estallido de nuestros orgasmos, sintiendo tu calor entrando en mi, llenandome toda y mezclandose con mi esencia -Te deseo y eres mía- temblando sobre mi me dices -Eternamente tuya… te adoro mi Amo, mi todo- sonriendo te susurro.
Y así, abrazados y sintiendo nuestras pieles nos dormimos sin separar nuestros sexos… dejando que la magia de la noche nos meza con los sonidos del campo.
Delicioso relato
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